La luz se filtra a través del cristal oscuro y susurra a mi oido, abro los ojos lentamente y la veo, es la realidad, la misma que abandoné la noche anterior, con ese sabor agrio e indiferente, con esa consistencia tan espesa y ausente; su presencia me recuerda que sigo atado a ella, no importa cuantas veces lo intente, hay algo que me devuelve a sus brazos, la siento recostada a mi lado, mirandome desde el techo, susurrando versos sin sentido bajo la cama...
Y me levanto...
Al parecer hoy sigue siendo igual que ayer, no hay muchos cambios, como si el tiempo se hubiera detenido en un día semi-eterno que imita a la perfección los ciclos del día y la noche, y nadie parece notarlo, han sido infectados con la indiferencia de la realidad y no perciben las extrañas e intrigantes maquinaciones del tiempo.
Pero qué estoy diciendo, ese tipo de cosas son imposibles, son irreales... Y lo irreal no tiene lugar dentro de la realidad. Asi ha sido siempre y asi será por varias eternidades mas.
Tomo una taza de café y me olvido de todas esas cosas, que nada tienen que ver con la realidad. Sonrío un poco al pensar en lo ridículo y fantasioso de mis ideas. Pero un pensamiento se me escapa y es consumido en el aire por la misma realidad, al disolverse deja escapar un grito casi imperceptible que hace eco en el aire, casi como un susurro, que me cuestiona...