Shhhhhh


Y entre tantas cosas, mientras el mundo gira, mientras todos hablan, mientras todos los cuerpos a tu alrededor se desgastan sin notarlo... a veces uno encuentra un pequeño espacio en el tiempo, en donde el mundo (con todos sus problemas y complicaciones) parece guardar silencio por un instante. Esos pequeños ratos de tranquilidad en los que te sientas a escuchar el sonido del viento, a seguir la trayectoria de las nubes con la vista o simplemente a ver la vida pasar.


Sentarse en un parque solitario después de hacer varias llamadas, después de haber cancelado y confirmado varios compromisos, sin un alma a la vista, como si de un planeta desierto se tratara, escuchar el sonido que el viento hace al acariciar las hojas más altas de los árboles, cerrar los ojos unos segundos y sentir que uno forma parte de ese silencio, dejar de existir por un rato para volver después al mundo real, más relajado, menos muerto que antes.


Leer un libro sentado junto al árbol que está en casa, y al terminar la lectura, recostarse un poco, encender un cigarrillo y escuchar el disco Ziggy Stardust de David Bowie de principio a fin, observar las nubes, apreciar el contraste entre blanco y azul, en un par de minutos esas nubes se disuelven en el aire... reflexionar sobre varias cuestiones mientras las nubes se disuelven y el cigarrillo se consume, cerrar los ojos una vez más e imaginar nuevamente un estado de inexistencia.


Aprovechar uno de esos momentos para sentarse a escribir algunas lineas.



Observar las estrellas, pensando en ti...
aunque no sepa quién eres tú...




Peace&Love

Sobre la repentina vaciedad de las palabras

Las palabras son solo palabras, claro, pero lo que hay detrás de ellas viene a ser realmente fascinante, al menos para mi, en ocasiones hasta oscuro... basta con preguntarse simplemente ¿de dónde vienen las palabras?

Y es que desde siempre he sentido la necesidad de analizarlo todo, desde la compleja personalidad de la personas que me rodean (razón por la cual me encuentro estudiando Psicología, probablemente) hasta las palabras que vienen a ser tan comunes como cualquier otro detalle que al ser tan cotidiano pasamos por alto.

Sucede que al leer un texto o escuchar a alguien hablar, las palabras fluyen como siempre, de emisor a receptor y todo lo demás, pero hay veces en las que eso no basta, y me detengo ante una palabra, elegida al azar, la observo, la analizo un poco, me cuestiono a mi mismo sobre su origen, su etimología (¡ah!, Etimologías Grecolatinas era una de mis materias favoritas en la preparatoria), si está relacionada con alguna otra palabra, si es una palabra compuesta, si tiene algún prefijo o sufijo, y todo lo que uno puede analizar de una palabra.

Hasta ahí todo va bien, el problema surge cuando la palabra se me escapa de las manos, ya sea que, al analizarla demasiado, ésta pase a un estado más... liquido... y se me escurra entre los dedos, o que su timidez la haga saltar lejos de mi campo visual, como un escurridizo animal compuesto de letras y signos.

Y su aparente ausencia me deja confundido, es entonces cuando me pregunto: ¿esta palabra realmente significa lo que yo creo?... si, bueno, la he leído y escuchado siempre, siendo así, ¿porqué en este momento me parece tan extraña?, como si estuviera escrita en un idioma distinto al que estoy acostumbrado, como si la forma de las letras no coincidiera con lo que yo considero una letra normal.

Lo único que se puede hacer en un momento así es recurrir a un diccionario, verificar que la palabra realmente se encuentra ahí, junto con todas las demás que conforman nuestro vocabulario, y solo entonces siento que todo está bien, sigo siendo parte de esta realidad. Cierro el diccionario. La palabra sigue enjaulada dentro de esas páginas, sigue siendo parte del idioma que conozco, nada ha cambiado.

Si, ya se que este tipo de cosas no le suceden a una persona normal, pero qué mas da, nunca me he considerado realmente una persona normal.

Exogénesis



Con un inicio un poco melancólico, pasando por la asimilación de algo parecido a la esperanza para así llegar a la redención. Esta es una de esas canciones que siempre logran reanimarme (o, al menos, provocar algo en mi), sobre todo cuando escucho todas las partes, una tras otra.




Obertura.

Imitas mi alma,
robaste mi obertura,
atrapado en el programa de Dios,
Oh, no puedo escapar.

¿Quiénes somos?
¿Dónde estamos?
¿Cuándo estamos?
¿Por qué estamos?
¿Quiénes somos?
¿Dónde estamos?
¿Por qué, por qué, por qué?

No puedo perdonarte,
no puedo olvidar.

¿Quiénes somos?
¿Dónde estamos?
¿Cuándo estamos?
¿Por qué estamos aquí?

¿Quiénes somos?
¿Dónde estamos?
¿Cuándo estamos?
¿Por qué estamos aquí?


Polinización cruzada.

Levantaos por encima de las multitudes,
pasad a través de nubes tóxicas,
traspasad la esfera exterior,
el límite de todos nuestros miedos recae en vosotros.

Contamos con vosotros,
es vuestro turno.

Esparcid nuestros códigos por las estrellas,
debéis rescatarnos a todos.
Esparcid nuestros códigos por las estrellas,
debéis rescatarnos a todos.

Decidnos,
decidnos vuestro deseo final,
ahora que sabemos que no podéis volver jamás.

Decidnos,
decidnos vuestro deseo final,
nosotros se lo contaremos al mundo.


Redención.

Empecemos de nuevo,
¿Porqué no podemos empezar otra vez?

Solo... empecemos una vez más.

Y seremos buenos,
esta vez lo haremos bien,
lo haremos bien.

Es nuestra última oportunidad...
para perdonarnos a nosotros mismos.





Quién sabe, con un poco de suerte, tal vez también alcancemos la salvación.

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