La Procesión Negra
Luis Elbert | 16:44 | Muertes y Otros Finales, Música | 0 comentarios
Estoy mal...
Luis Elbert | 17:18 | Diarios de la razón perdida, In my head, Música | 0 comentarios
You who swallowed a falling star, oh, heartless man...
Luis Elbert | 23:26 | Magia, Simbología, Suspiros | 1 comentarios
Contemplaciones...
Luis Elbert | 22:00 | Dialogos, Divagaciones de un visitante estelar, El Mago, In my head, Interpretaciones de la realidad, Invitados Especiales, Julio Cortazar, Noche | 0 comentarios
Todo es escritura, es decir fábula. ¿Pero de qué nos sirve la verdad que tranquiliza al propietario honesto? Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo. Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura, el amor, pura tura, la belleza, tura de turas. En uno de sus libros Morelli habla del napolitano que se pasó años sentado a la puerta de su casa mirando un tornillo en el suelo. Por la noche lo juntaba y lo ponía debajo del colchón. El tornillo fue primero risa, tomada de pelo, irritación comunal, junta de vecinos, signo de violación de los deberes cívicos, finalmente encogimiento de hombros, la paz, el tornillo fue la paz, nadie podía pasar por la calle sin mirar de reojo el tornillo y sentir que era la paz. El tipo murió de un síncope, y el tornillo desapareció apenas acudieron los vecinos. Uno de ellos lo guarda, quizá lo saca en secreto y lo mira, vuelve a guardarlo y se va a la fábrica sintiendo algo que no comprende, una oscura reprobación. Sólo se calma cuando saca el tornillo y lo mira, se queda mirándolo hasta que oye pasos y tiene que guardarlo presuroso. Morelli pensaba que el tornillo debía ser otra cosa, un dios o algo así. Solución demasiado fácil. Quizá el error estuviera en aceptar que ese objeto era un tornillo por el hecho de que tenía la forma de un tornillo.
—Y el mundo, ¿qué forma tiene?— me pregunto.
—El mundo no tiene forma, adopta la forma del recipiente que lo contiene— responde el Mago.
—¿Cada cabeza es un mundo?
—Cada cabeza es un recipiente.
—¿Un recipiente vacío?
—Un recipiente lleno... de sí mismo, de su propio mundo.
—Ahora contaré hasta doce y tú te callas y me voy— me dice Pablo.
—Pura tura— dice Julio, mientras se fuma un cigarrillo y se desvanece con el humo.
—Ya es medianoche— dice el Mago.
—Ya casi es hora de dormir— pienso... mientras contemplo al mundo, que se agita un poco, dentro de mí.
Creer...
Luis Elbert | 13:59 | Dialogos, Interpretaciones de la realidad, Libros | 0 comentarios
—Bien. Ahora, dime...
—¿QUÉ HUBIERA OCURRIDO SI NO LO HUBIERAS SALVADO?
—Si.
—EL SOL NO HABRÍA SALIDO.
—¿Entonces qué habría ocurrido?
—UNA MERA PELOTA DE GAS ENCENDIDO HABRÍA ILUMINADO EL MUNDO.
—Bien, no soy estúpida. Estás diciendo que los humanos necesitan fantasías para hacer la vida soportable.
—NO. LOS HUMANOS NECESITAN FANTASÍA PARA SER HUMANOS. PARA ESTAR EN EL PUNTO EN DONDE EL ÁNGEL CAÍDO SE ENCUENTRA CON EL SIMIO EN ASCENSO.
—¿Con Hadas de los dientes? ¿Papás puercos?*
—SI. COMO PRÁCTICA. TIENES QUE EMPEZAR A APRENDER A CREER EN LAS PEQUEÑAS MENTIRAS.
—¿De modo que podamos creer en las grandes?
—SI. JUSTICIA, PIEDAD, DEBER, ESE TIPO DE COSAS.
—¡No son en absoluto lo mismo!
—¿ESO CREES? ENTONCES TOMA EL UNIVERSO Y MUÉLELO HASTA EL POLVO MÁS FINO, Y TAMÍZALO A TRAVÉS DEL CERNEDOR MÁS FINO, Y ENTONCES MUÉSTRAME UN ÁTOMO DE JUSTICIA, UNA MOLÉCULA DE PIEDAD. Y CON TODO... TRATAS DE ACTUAR COMO SI HUBIERA ALGÚN ORDEN IDEAL EN EL MUNDO. COMO SI HUBIERA ALGUNA... ALGUNA RECTITUD EN EL UNIVERSO, POR LA QUE PUEDA SER JUZGADO.
—Pero la gente tiene que creer en eso. ¿Cuál es el punto?
—TIENES QUE CREER EN COSAS QUE NO SON VERDADERAS. ¿DE QUÉ OTRA MANERA PUEDEN CONVERTIRSE EN REALES?
Azul
Luis Elbert | 3:00 | Noche, Pensamientos, Suspiros, Versos | 1 comentarios
Sopla un viento fuerte
Luis Elbert | 20:42 | Dialogos, Interpretaciones de la realidad, Libros | 2 comentarios
21 de Febrero del 2013
Luis Elbert | 0:51 | Diarios de la razón perdida | 2 comentarios
Por fin pude silenciar las voces.
Después de varios días escuchándolas, debatiendo contra sus argumentos, soportando el peso de sus palabras. Por fin.
Desperté, y no había nada. Abrí los ojos y, mientras mi mirada cansada se posaba en el techo, guardé silencio para escuchar lo que me tenían que decir hoy, solté un leve suspiro mientras esperaba, pero no ocurrió nada.
Síndrome de Estocolmo, tal vez. Me había acostumbrado a ellas y me sentí extraño al notar su ausencia, como si hubiera perdido una parte de mis propios pensamientos. Como si ellas, al partir, se hubieran llevado una porción de mi mente.
Pero está bien, es mejor así, supongo.
Me levanté con una sonrisa, y me alegré al pensar que por fin podría descansar un poco, al menos hasta que esas voces regresaran.
Shhhh... podrían estar escuchándome... tal vez sea conveniente no hablar mucho de ellas, tal vez dentro de un par de días. Por ahora, todo está bien.
Tic Tac
Luis Elbert | 8:25 | Crónicas de un planeta azul, Irrealidades, Los relojes y el tiempo, Muertes y Otros Finales, Universos Alternos | 0 comentarios
Sigo asustado y me quedo quieto por un rato más, empiezo a acostumbrarme a ese péndulo, pero también empiezo a notar que poco a poco se va desvaneciendo. Y en su lugar, empiezo a sentir nuevamente los latidos de mi corazón. Automáticamente, llevo mis manos hacia mi rostro. Ya no hay placas metálicas, lo que mis manos sienten es piel, tejido vivo. ¿Fue solo un mal sueño?.
Pero todo parecía tan real. Miro a un lado y ella sigue ahí, durmiendo tranquilamente. La abrazo. Qué bien se siente no ser una máquina. Qué bien se siente volver a ser el mismo de antes. No, no es así, algo cambió, no se cómo ni porqué, pero estoy seguro de que algo cambió. Mientras la abrazo, empiezo a sentirme cansado. Miro el reloj digital que está al lado de la lámpara, son las 03:00 a.m., y antes de quedarme completamente dormido, puedo notar que los latidos de mi corazón se entremezclan con los débiles sonidos de una máquina, una máquina delicada hecha de piezas pequeñas, como las de un reloj.
Hasta mañana, digo. Y los débiles sonidos de un complejo mecanismo interno responden: tic, tac, tic, tac...
Señorita Bomba Atómica
Luis Elbert | 3:06 | El chico que observaba el infinito, El Mago, Ella, Letras, Música, Soundtrack Of My Life, Versos | 3 comentarios